lunes, 25 de septiembre de 2017

La última vendimia del gato momificado


Septiembre es tiempo de vendimia. Los campos de vides se llenan de trabajadores con el destacado propósito de llevar una buena copa de vino a nuestras casas. Las masías se preparan para recibir la uva, y las bodegas ponen en marcha su maquinaria. Las técnicas se han modernizado, haciendo que el producto lo podamos adquirir tras pasar un riguroso proceso de elaboración. Pero en otra época y en otro tiempo no tan alejado de éste, los vendimiadores se dedicaban a hacer todas sus tareas de manera manual. Hombres y mujeres que dejaron su piel en esta fértil tierra, sentando las raíces de un arte que viene desde épocas romanas.

En el reportaje de hoy nos adentramos en uno de esos caserones que sirvieron de bodega a principios del siglo XX. Una casa perdida en una entramada red de carreteras locales, con un pasado bastante turbio y desasosegante para todos los amantes del buen vino. Se dice que en este enclave vivía un matrimonio con sus dos hijos y un gato, pero un buen día, sin mediar palabra, todos terminaron desapareciendo. 

Nadie reclamó la casa, ni tampoco se pudieron hallar a sus moradores. Rumores en esta zona vitivinícola hablaban de gritos en la noche. Un lugareño nos llegó a decir que su abuelo, cuando era niño, llegó a escuchar a sus mayores hablar de un crimen en aquella casa. Según aquellos hombres rudos de montaña, el dueño de esta masía, hoy ruinosa, había acabado con la vida de su familia, ahogándolos en las tinas de vino, aprovechando el proceso de fermentación del mismo. Aquel testigo oral, con la voz temblorosa y con los ojos vidriosos al recordar semejantes sucesos, tenía aun viva la imagen de estos cruentos acontecimientos. 


Según él, amparado por esa fuerza que nos da la juventud, se acercó hasta la finca para comprobar si todo aquello era verdad. Allí no había nadie, salvo el maullar débil de un pobre gato encerrado en una de las habitaciones. Nuestro testigo logró que el pobre animal se zafase de su prisión, e incluso llegó a alimentarle durante las siguientes semanas. Pasados los años el contenido de las tinas de vino empezó a bajar. Su aspecto fangoso convertía a aquel lugar en una zona peligrosa para los más pequeños, por lo que se optó en no volverles a dejar entrar. Fue entonces cuando otros rumores comenzaron a cercenar el ambiente, ya que el cierre de la finca, al parecer se debió, a que en su interior, se encontraron los cuerpos sin vida de una mujer y dos niños.

Aunque apenas eran reconocibles, ya que solamente quedaban un montón de huesos producto de la desintegración. Y del gato nada más se supo, pero claro, en ocasiones, a los expedicionarios de abandonos nos aparecen cadáveres, que dan fe contundente de habladurías y diretes solo tomadas por validas en los “mentideros” de los pueblos.


 He aquí el protagonista de nuestra historia
Vista general de la momia 
Esta estancia debió ser el comedor de la malograda família
Escaleras que suben a la segunda planta
Vista general de la casa del asesino

Entrada
Una caseta de enseres
La cocina en estado ruinoso

En este tipo de viviendas no puede faltar este tipo de sillas de mimbre
Lavadero
2 herraduras de caballo en la pared

La letrina del vinatero



Foso que conduce a una de las tinas donde se supone fueron encontrados los cadáveres.

Iniciales del vinatero, del cual, nada más se supo tras los crímenes.


Lugar donde probablemente cenó la familia  en la noche de autos.

martes, 15 de agosto de 2017

La casa del capataz

Perdida en la inmensidad de un profundo bosque, se encuentra esta edificación perteneciente al pasado industrial de la región. La que fuera una prospera villa llena de riqueza y abundancia se ha convertido en la actualidad en una auténtica selva. La naturaleza progresivamente va recuperando lo que era suyo, en un lugar que se respira mucha paz, pero también soledad y misterio.

La casa pertenecía a un capataz, un hombre prospero en los negocios de la época, pero desdichado en sus relaciones familiares. Su mujer se había ido a una edad temprana por culpa de una pneumonia inesperada, teniéndose que quedar al cuidado de sus dos únicos hijos, uno de ellos con una enfermedad mental incomprendida en aquellos años. Los obreros, que tenía que cruzar por estos caminos solitarios en invierno, decían escuchar los gritos de un ser humano. Dichos alaridos rompían el silencio del bosque, confundiendo el ambiente, dándole una pátina sobrenatural que aun hoy impera en los alrededores.

Recuerda, si quieres visitar este lugar, no lo hagas por la noche. La oscuridad y los ruidos extraños que te rodearan, bien te pueden hacer creer que el hijo del capataz está cerca. Un joven que nunca encontró la paz ni el consuelo. Un hijo que fue una maldición, una de las muchas que acecharon estos muros ahora caídos y ruinosos.


La casa del capataz 
Este curioso camino adoquinado que lleva a la casa del capataz nos recuerda el camino de baldosas de oro de la célebre película "El Mago de Oz"
 Adivinamos en este viejo cartel oxidado que está prohibido el paso
 Entre las ramas se atisba el viejo caserón
 Vetustas paredes exteriores
 Los restos de puertas se agolpan en los alrededores de la casa
 Detalle del pomo de una ventana
 Restos de marcos de ventana y puerta metálica moderna para tapiar una de las entradas de acceso.

 Varios detalles del ala lateral oeste



 Puerta principal y detalle de forjado aún en buen estado
 Viejas vigas nos advierten del peligro de derrumbe de este enclave


 El interior está en muy mal estado

Detalle de  ventana y escalera que da aceso a la primera planta

 La puerta principal  del caserón vista desde dentro
 Esta estancia debía de ser el comedor o salón principal
 Algunas revistas de los años 80
 ¡Kim Novak!
 Puerta y estancia de la primera planta, en muy mal estado

 Jean Gabin , un gran actor francés de cine clásico

 La segunda planta está totalmente inacessible

 Detalle desde la primera planta mirando arriba.
 Pasillo y escalera
 Los graffitis ya son un clásico de este tipo de lugares olvidados

 Solo un buen equilibrista podría pasar por aquí



  
 Símbolo nazi y posible pozo


 Ventanas tapiadas


 Escombros y más ruinas

 Ala trasera del caserón con peligrosas bigas de madera que parecen caerse de un momento a otro
 2 vistas exteriores 

 La maleza se adueña de este lugar engullendo lentamente lo que fue un esplendoroso jardín

Una extraña y moderna arquitectura para una casa en medio de la nada
3 puertas de hierro impiden la visita a curiosos (solo hay un pequeño e invisible aceso por el que se puede entrar)



Detalle de una de las paredes laterales
Bien claro está







Seguramente el capataz vigilaba a sus trabajadores desde alguna de estas ventanas
Pilón de cemento





Ya de vuelta, nos alejamos con paso firme por el camino adoquinado con una extraña sensación de sentirnos observados