domingo, 21 de mayo de 2017

El chalet del fotógrafo del pánico

En raras ocasiones,  LA RETINA PRÉTERITA tiene la inmensa  suerte de toparse con un lugar totalmente virgen.La sensación es difícil de describir.


Escondido entre profundos pinares, y, a pesar de ello, muy cerca de una carretera, se encuentra este chalet, posiblemente construido entre las décadas de los 60 y 70. Una época de locura inmobiliaria en la que las casas de veraneo se construían en espacios que, en teoría, tenían que estar totalmente protegidos. Al parecer, si uno recorre los alrededores se puede llegar a encontrar otras edificaciones similares, pero esto, ya será mucho más adelante.


Acudimos a este lugar siguiendo un rumor que decía que, en él, se había rodado una película de terror. A este respecto no hemos encontrado información alguna, quién sabe quiénes estuvieron allí y que hicieron realmente. Se dice que aquellos lugares donde se han filmado historias truculentas, pueden estar marcados. No hay que jugar con la suerte, ya que no sabemos que puertas se abren cuando uno toca ciertos temas.


Este chalet estaba habitado por un fotógrafo, ya que encontramos muchos fascículos en su interior, o al menos un amateur.Nos llamó la atención la gran fotografía en blanco y negro que preside su comedor con su imponente fotografía.

Además, en  el  pasillo de la planta superior habia  fotografías  un tanto extrañas y siniestras, pero no las hemos publicado.Es por ello, que hemos bautizado este reportaje como "El chalet del fotógrafo del pánico", y con un guiño a esa gran película de Michael Powell de 1960 y a la que le tenemos gran admiración.


Quisimos entrar en el enclave la noche anterior, pero el lugar no invitaba para ello. Al acercarnos con el coche un enorme jabalí nos apareció por uno de los caminos. El susto nos hizo recapacitar y tener que regresar con la luz del día. Nunca se sabe.e quién o qué puede estar agazapado y escondido entre las sombras.


A la mañana siguiente comprobamos que había un acceso a la misma. Una brecha que probablemente, durante la noche, nos hubiera pasado inadvertida. El lugar evidenciaba cierto abandono, pero no estaba expoliado, ni tampoco presentaba grafitis. Algunas de sus estancias se encontraban para “entrar a vivir”, incluso las camas parecían estar preparadas para recibir nuevos inquilinos.


Recorrimos las habitaciones y pasillos con sigilo, observando objetos y electrodomésticos de otro tiempo, intentando imaginar cómo sería pasar una noche allí, de vacaciones, en medio de la montaña.


Tras realizar las fotografías del interior salimos afuera, y descubrimos un larguísimo pasillo que se adentraba en las profundidades de sus cimientos. Un sonido tosco, que a la vez parecía un rugido, nos hizo volver sobre nuestros pasos. Muy probablemente se trataba de la guarida de alguna criatura, a la que no nos aventuramos a molestar. Bienvenidos a la casa del bosque.

Fotografías exteriores del chalet, completamente oculto en el bosque.
El interior está lleno de mobiliario de hace treinta o cuarenta años.

Las habitaciones tenían las camas perfectamente hechas, para llegar y dormir.


Los baños presentan azulejos propios de otro siglo.
El pasillo nos conduce a las siguientes estancias.
La cama estaba perfectamente hecha y preparada para pasar la noche en ella.
Muchas botas y zapatos en la mesilla de noche de una de las habitaciones
2 velas rojas 
El comedor está presidido por una enorme chimenea.

Licores y todo tipo de botellas. Todo un clásico de los lugares abandonados.


Estas cajas de galletas no faltaban en ninguna casa. El souvenir más vendido en Andorra.


La escoba preparada para barrer la suciedad.

Primera evidencia de que al dueño le gustaba la fotografía.En este caso observamos una flor de alcachofa.


A este lavabo le hace falta un poco de limpieza.
Otra de las numerosas habitaciones de la segunda planta
Más evidencias fotográficas de fotos de flores.


                                                     Con el lavavajillas VIVÓ y todo.
Cocina completamente equipada.


Al parecer uno de los electrodomésticos se estropeó y lo dejaron abandonado en el exterior.

Escalera de subida al piso superior. La puerta no tardó en ceder.

Un dibujo de uno de los castillos de la zona.
                                       Una vela en el servicio, por si hay algún apagón

Espejo incapaz de mostrar el reflejo con tanta suciedad.
Clásico souvenir de recuerdo de Sevilla.

La parrilla para asar unas buenas costillas de ternasco.
Fotografía del exterior del chalet en su momento de apogeo.
Trabajo manual de algún niño que habitó la casa.
¿Combustión expontánea?




Coleccionable por fascículos de un curso de fotografía.

Papel higiénico en "casi" perfecto estado.










El profundo bosque rodea la casa ocultándola de los vándalos, librándola de grafitis y destrozos.




Ignoramos que puede ser este resto de construcción
 Túnel que pasaba por debajo de la casa con algún uso de fresquera posiblemente






 Interior del amplio garaje para 5 o 6 coches.

Diversos restos de material de construcción y carretilla en el jardin

Esta tumbona llevarça 20 años o más en la misma posición
Detalle de la fachada posterior
Las escaleras nos invitan a abandonar el lugar, cerrándolo todo y evitando, por encima de todo, de que nadie lo encuentre.
Uno de los lugares más vírgenes que hemos visitado. Esperamos que se mantenga "intacto" de los amigos de lo ajeno.